Letizia se corta el pelo,
pero no deja el negro
en su vestido tan negro
como el de una viuda negra
que pasea por la alfombra
la alegría que le queda
cuando le marido emigra
al barrio del que no vuelven.
Vestido de lentejuelas
firmado por el de siempre,
carterita en su mano,
Prada calzando sus pies
y unos pendientes de oro
tan blanco como la plata
para darle el toque chic
a su atuendo sacado
de la postguerra más rancia.
Esta Letizia no sabe
si vestirse de actriz
disfrazarse de madrina
de la boda de un hermano.
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