Verde militar la túnica
que de piel ella compró,
las sandalias de Domínguez,
la cartera negra noche
y el pelo que cortó
hasta dejar la melena
en una vana ilusión.
Así fue la Reina a escuchar
los monólogos científicos
que aburren, pero tienen
público para oírlos.
Le faltaba un vestido
de su Felipe Varela
para ir como va siempre:
ajustada a la tela.
El vestido era tan soso
como la piel de un cordero
que se la deja quitar
cuando sus ruidos cesan.
Iba vestida Letizia
para triunfar sin ganas
alejada del estilismo
de eventos oficiales
que requieren otros trapos
con firmas de más prestigio.
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