Europa dijo el 25 de septiembre que había que vacunar a los mayores de sesenta años. El Gobierno español obedece. Abre los vacunódromos y empieza a llamar para los pinchazos.
Por supuesto, no nos dice porque el 11 de julio había decidido vacunar sólo a los mayores de ochenta años. Es de sabios rectificar, pero los sabios del Gobierno del señor Sánchez deberían admitir que estaban equivocados cuando querían limitar la cuarta dosis a señoras y señores mayores de ochenta años.
Puestos a dar explicaciones, habría que pedírselas al Gobierno de la Xunta. ¿Por qué otra vez ponen dificultades a las personas mayores para vacunarse? ¿Por qué se empeña el Gobierno del sucesor del señor Feijóo a seguir haciéndonos las vidas imposibles a las cuidadores y a los cuidadores familiares?... ¿No tenemos bastante con cuidar a padres, madres, abuelas y abuelos sin recibir ningún reconocimiento social por nuestro sacrificio? ¿No tenemos bastante con no recibir ni un solo euro por cuidar a nuestras madres y padres dependientes? Parece que todos los palos los pone este gobierno del sí a la vida en la rueda de la bicicleta del pobre cuidador familiar.
En una Galicia que se caracteriza por la dispersión de la población, obligan a las personas mayores del rural a hacer grandes desplazamientos hasta los vacunódromos. Así llega la queja a nuestra Asociación de hay mayores de 85 años de A Fonsagrada que se desplazan 60 kilómetros hasta Lugo ciudad para recibir la cuarta dosis de la vacuna del Covid. ¿Por qué no le administran el cuarto pinchazo de la vacuna en su centro de salud?...
El SERGAS sigue en su línea del maltrato a nuestros mayores. En España, no sólo en Galicia, se maltrata a los mayores por parte de los distintos gobiernos. ¿O tendríamos que decir que "presuntamente" se maltrata a la tercera edad?
Vamos a añadir la palabrita "presuntamente"..., pero no hay ninguna presunción en las muertes de ancianas y ancianos durante la pandemia del Covid en las residencias. Se los dejó morir como a perros. Se les negó respiradores, atención médica, consuelo.
No olvidamos a las ancianas y ancianos fallecidos durante la pandemia. Esperamos que las demandas puestas por los familiares lleguen a término, sentando en los banquillos a los responsables de la falta de cuidados a nuestros mayores. Fue una injusticia
Y una injusticia es que no se facilite la vacunación a la población mayor en los centros de salud. Hay que llevar la vacuna al paciente, no el paciente a la vacuna. Volviendo a centrarnos en el caso gallego, le preguntamos al señor Feijóo si los ancianos con pensiones mínimas tienen que pagar de sus bolsillos un taxi hasta un vacunódromo a sesenta kilómetros de su domicilio.
Don Alberto Núñez Feijóo, flamante presidente del Partido Popular español, ha dejado la sanidad gallega hecha unos zorros. Su sucesor, Alfonso Rueda, sigue en el camino del desastre sanitario.
En medio de esta mala organización para la población más vulnerable, llega por fin la cuarta dosis. Han empezado los pinchacitos contra las nuevas variantes del coronavirus en alza de contagios las últimas semanas. Nunca es tarde cuando la dicha es buena.
La población debe irse a vacunar. Está demostrado que las vacunas salvan vidas. Los datos están ahí y también están en la realidad de nuestras ciudades y pueblos. Gracias a las vacunas ha regresado una normalidad más normal.
También exigimos que el gobierno de la Xunta de Galicia abra la posibilidad de vacunarse en los centros de salud y vaya a vacunar a domicilio a las personas dependientes.
Al Gobierno central le exigimos que extienda la cuarta dosis de la vacuna del Covid a toda la población. Es su competencia y es su obligación.
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María Rey
Economista
