Con un vestido tan lápiz
como los lápices que pintan
los dibujos de los niños
fue Letizia a darles ánimos
a los pobres estudiantes
que suspenden matemáticas.
Tan de rojo y tan delgada
era la envidia de jóvenes
con caras de chocolate
que querrían un vestido
de la talla que encarga
Letizia a su modisto
para todos sus armarios.
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