Se vistió doña Letizia
de fan de un concertista
con un pantalón usado
y una camisa divina
en su blanco color blanco
que la nieve envidiaría.
Iba entre sus dos hijas
y al lado del marido
todos aplaudiendo mucho
al señor de nombre difícil.
El concierto duró poco
porque el violín quería
un descanso tras la música
que sólo él entendía.
Era la música culta
digna de reyes y príncipes,
pero había aún más gente
para ver si entendían
las notas que el violín
dejaba en sus oídos.
Letizia aplaudió mucho
sin joyas y con marido.
Sus herederas lo hacían
con aplausos pequeñitos.
Del look de la Heredera
al Trono yo siempre digo
que no me convence mucho
y menos me convencía.
Un vestido negro de luto
sólo es para la misa
donde lloran por la muerte
y no le cantan a la vida.
Más acertada estaba
la hermana pequeñita
que se nos hace más grande
en altura de centímetros.
Sofía había sacado
del armario un vestido
que era casi igual
al camisón de rebajas
que todos dejan y miran.
Blanco vestido llevaba
la hermana que se ríe
de la hermana mayor,
más seria porque se mira
en el espejo del padre
y espera sin espera
ser ella Reina algún día.
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