My fair lady es una de las mejores películas musicales que se ha rodado en la Historia del Cine mundial. Te gustará si eres fórofo de este género y, aunque no lo seas, vale la pena verla porque Audrey Hepburn esta divina en el papel de una pobre florista inculta que se convierte en una dama disputada en todas las fiestas de la alta sociedad.
Detrás de la transformación de la florista está un profesor de fonética que quiere demostrar que su método es muy bueno. Con la florista más que método necesita hasta darle clases de buenos modales porque la chica lo deja quedar muy mal en su primer acto, una carrera de caballos en la que grita como una descosida haciendo desmayar a las damas más finolis que acudían al evento. La madre del profesor y los amigos, intentan convencerlo para que desista en su tarea. El buen hombre insiste. Su método es excelente y la materia prima promete resultados óptimos.
Así es. En el baile de la embajada, la florista los deja a todos deslumbrados con su saber estar recientemente aprendido y su buena pronunciación, cada vez más alejada del pobre vocabulario de la mujer que venía flores en la calle. También ayudan a la transformación los espectaculares vestidos. El habito no hace al monje, pero pone el escaparate.
Como era previsible, surge el amor. Dios los hace y ellos se juntan. En el método del profesor no estaba escrito que acabara enamorándose de su mejor alumna.
¿El final? Hay que verlo.
Detrás de la transformación de la florista está un profesor de fonética que quiere demostrar que su método es muy bueno. Con la florista más que método necesita hasta darle clases de buenos modales porque la chica lo deja quedar muy mal en su primer acto, una carrera de caballos en la que grita como una descosida haciendo desmayar a las damas más finolis que acudían al evento. La madre del profesor y los amigos, intentan convencerlo para que desista en su tarea. El buen hombre insiste. Su método es excelente y la materia prima promete resultados óptimos.
Así es. En el baile de la embajada, la florista los deja a todos deslumbrados con su saber estar recientemente aprendido y su buena pronunciación, cada vez más alejada del pobre vocabulario de la mujer que venía flores en la calle. También ayudan a la transformación los espectaculares vestidos. El habito no hace al monje, pero pone el escaparate.
Como era previsible, surge el amor. Dios los hace y ellos se juntan. En el método del profesor no estaba escrito que acabara enamorándose de su mejor alumna.
¿El final? Hay que verlo.
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