Nada de vestidos largos,
ni tiaras de princesa
en la cabeza peinada
recogiendo la melena
tan corta como un suspiro
de María Antonieta.
Letizia puso un vestido
corto y muy de iglesia,
digno de una verbena
frecuentada por las viejas.
No parecía una Reina
heredera de Isabel,
aquella Reina Católica
que envío a Colón
a descubrir otro Mundo
alejado de sus pies.
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