Con un abrigo tan rojo
como el traje de Santa Claus
se fue Letizia un día
cualquiera a trabajar.
Debajo del rojo abrigo
le asomaba el negro
pantalón que siempre pone
para no variar atuendos.
El pelo que no le crece
tanto como ella quisiera
lo llevó muy ondulado,
pero mucho peine
en esas ondulaciones
que parecen las salidas
de una ducha reciente.
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