Era la mujer que recibía
un ramo de flores amarillas,
la que cerraba la puerta,
leía la nota
y le daba un beso
al ramo entero.
Olía a jardín y a primavera,
a aquellas tardes
sin contar estrellas,
al campo de flores
donde se encontraron
su cuerpo y su cuerpo.
En la etiqueta venía
una dirección para que supiera
que había pagado las flores
con su pobre sueldo.
Ahí te la dejo: sí, la etiqueta,
un link donde espero
que entres y compres,
o que mires si quieres
un ramo de flores
para decir te quiero.
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