Cariño:
¿Me imaginas gorda? Yo casi me imagino. He visto hoy a mi amiga, aquella chica de la que te habló cuando me preguntas por mi infancia, y estaba preciosa sobrada de kilos. ¡Ni una arruga! La grasa rellena muy bien los surcos de la vida. Puedes reírte sin temer una pata de gallo más. Puedes apretar el hocico y el código de barras no se marca. Puedes fruncir el entrecejo. Puedes Levantar las cejas, bajarlas y no ves las rayas de la gimnasia facial que hiciste a causa de un asombro expresado en un movimiento de cejas.
Vi a mi amiga tan joven que casi tuve envidia. Y mira que yo no soy nada envidiosa, ya lo sabes, amor. ¿Verdad que nunca envidio? Soy una tipa sana. Tanto me da que mi vecina tenga dos coches como que su coche sea mejor que el mío.
Mi amiga tiene un perrito blanco muy lindo. Es el mismo perrito que yo tendría si no te tuviera a ti. Me gusta su perro. Es de esos perros inofensivos y bonitos que todo el mundo acaricia. Mi amiga lleva el perro a la playa estos días. Si vieras qué lindo está el perrito en el paseo marítimo de Riazor...
No sigo hablando de mi amiga porque ya no es mi amiga. Decidió dejar de ser amiga mía hace años. Te lo conté, ¿verdad? Fue cuando necesitaba contar una pena y me mandó al psicólogo. Ella no estaba para escuchar historias tristes. No le dije que yo había estado para escuchar sus historias tristes.
Como te decía, no me imagino gorda, pero casi querría ser gorda para no tener arrugas. Ahorraría mucho dinero en bótox. La grasa es el mejor bótox. Si dejáramos de ser tontas, las mujeres nos pondríamos hasta arriba de churros, bollería industrial y albóndigas aderezadas con kétchup.
Un beso
Tu Cleo
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