El edificio del barrio del Campanar de Valencia ardió como la Torre Grenfell de Londres en el año 2017. Parecía un edificio de papel, una cáscara de nuez devorada por una bocanada de fuego. Nadie se imaginaba un desastre tan grande.
Los vecinos corrían por los pasillos y escaleras, los bomberos improvisaban, los viandantes gritaban, los coches pitaban avisando del apocalipsis a los últimos residentes aún ajenos a un final que se se les venía encima. El conserje de la finca se afanaba tocando timbres y golpeando puertas, para avisar a sus clientes y salvarles las vidas.
La culpa era, presuntamente, de un piso vacío y de aquella envolvente que le habían puesto a la fachada del edificio. Fuego y nada. Fuego y olor a neumático quemado. Fuego y lágrimas. En la calle quedaban un grupo de vecinos desposeídos de sus pertenencias, pero con las vidas salvadas. Peor suerte corrieron los diez fallecidos.
En menos de una hora 138 viviendas habían sido engullidas por el fuego. Un edificio con dos alas. En un lado diez alturas. En otro lado ocho alturas. Era un edificio construido en el año 2008.
Los propietarios habían comprado en su día los pisos ilusionados porque el promotor los publicitaba como viviendas construidas con materiales innovadores. Vimos que los materiales innovadores eran yeso, papel y puñados de lana. Es lo que tiene el capitalismo moderno de los bienes raíces: ha pasado del ladrillo a la estafa del pladur y variantes.
Supongo que después de esta tragedia de Valencia habrá un antes y un después en la construcción de viviendas. Supongo también que el gobierno tomará medidas en el asunto con una regulación de la materia que impida los castillos de papel.
Pero cualquier regulación ya llega demasiado tarde para los fallecidos en el incendio de Valencia. También llega muy tarde para las víctimas que han salvado sus vidas, pero lo han perdido todo. Ah..., y no busquen a la empresa promotora porque ha quebrado después de hacer dinero a manos llenas.
Doy mi más sentido pésame a las familias de las víctimas mortales del incendio de Valencia y transmite a los supervivientes ánimo para seguir adelante. Este desastre es fruto de unas administraciones que hacen malísimamente mal su trabajo.
¿Por qué no se tomaron medidas con los edificios que tienen este tipo de fachadas envolventes en España después de ver arder la Torre Grenfell en Londres? ¿Se pensaba que edificios con fachadas construidas con materiales inflamables en esta España nuestra no tenían riesgo de acabar siendo pasto de las llamas?...
Los políticos de este país nuestro no piensan en lo que tienen que pensar, es decir, en gobernar en beneficio de la ciudadanía. Tenemos unos políticos egoístas que solo piensan en su poltrona. En vez de ser servidores de la Patria son servidores de sus bolsillos.
D.E.P. las víctimas de Valencia.
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María Rey
Economista
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Cuchillo cebollero: El cuchillo que lo pica todo si sabes utilizarlo
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