Mercadona anunció con bombo y platillos que elimina los tickets de papel. La empresa del señor Roig vende la gran noticia como un beneficio para el medio ambiente. Gracias a esta iniciativa se tendrán que cortar menos árboles, se tendrá que fabricar menos pasta de papel y subirán menos humos a la sufrida atmósfera que tenemos sobre nuestras cabezas.
Pero también podemos ver esta iniciativa desde el punto de vista de la minimización de costes de los supermercados Mercadona. Un ticket digital no cuesta dinero. Mercadona está reduciendo sus costes de funcionamiento. Por supuesto, esta reducción de costes no se va a trasladar a los clientes.
Otra perspectiva es la del anonimato perdido. Con el ticket digital que te envían a tu dirección de correo electrónico pierdes toda la privacidad en tu compra. Les estás dando datos gratis. Te darás cuenta cuando te aumente la publicidad habitual personalizada en las Redes Sociales.
Encima las reclamaciones no serán tan habituales porque los clientes y clientas tendemos a dejar de mirar el ticket digital hasta llegar a casa. Una vez en tu dulce hogar, lo más seguro, es que no regreses al supermercado a reclamar por la aparición de una compra duplicada o por una oferta de lineal que no aparece reflejada en el ticket digital.
Afortunadamente, el señor Roig no puede eliminar los tickets de papel al cien por cien. Esta eliminación de tickets solo es posible para los clientes que paguen su compra con tarjeta. El pago con dinero efectivo no posibilita la formación de una base de datos con los datos de la clientela para hacer posible esta innovación que favorece más al empresario que a los clientes y clientas.
Esta humilde economista también está muy preocupada por el medio ambiente. El calentamiento del Planeta es un hecho. El cambio climático lo sufrimos todos los días. Pero no debemos olvidar la inflación que estamos sufriendo en productos alimenticios y en carburantes.
El señor Roig haría bien repercutiendo ese ahorro en tickets de papel en una rebaja en los precios de los productos de primera necesidad. Lamentablemente, no se le ocurre tal cosa. Igual que todos los empresarios, está el señor Roig especializado en el objetivo de la maximización de su beneficio y en el de su empresa.
No debería extrañarse el señor Roig que haya muchos clientes y muchas clientas que pidan el ticket de papel. Lo sentimos por el medio ambiente, pero no vamos a contribuir a reducir los costes de una empresa que está haciendo cada día más millonario a su principal accionista gracias a los incrementos de los precios de la alimentación más básica. Como diría Bill Clinton: "Es la economía, estúpido". Como decimos nosotros: no es el medio ambiente, es la economía de los millonarios.
María Rey
Economista
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