Hay más mujeres pobres desde que el covid-19 vino para quedarse entre nosotros. Lo dice ONU Mujeres y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Se han puesto a contar y le han salido 47 millones de mujeres más en la extrema pobreza. Esas son las cifras oficiales. Miedo da pensar en las cifras reales, en esos números que saldrían si, en vez de hacer una estimación, fuéramos contando mujer a mujer la pobreza femenina.
No hay porque no creer estas cifras. Son muy creíbles y más creíbles son al alza que a la baja. Estamos hablando de 47 millones más de mujeres en pobreza extrema, que elevan la cifra de mujeres y niñas pobres hasta los 435 millones. Por supuesto, también hay hombres en esta pobreza extrema. La cifra total de pobres extremos es de 96 millones de personas. Ha aumentado un 9,1% la tasa de pobreza a raíz del covid-19.
Todavía más preocupante es la previsión de la ONU de que hasta el año 2030 no se volverá a niveles de pobreza anteriores a la pandemia. Esperemos que no sea así. Las expectativas negativas respecto a la pobreza de la Organización de Naciones Unidas están para que los Gobiernos de los distintos países las hagan positivas con sus políticas.
La ONU Mujeres analiza en su informe la pobreza femenina por edades, llegando a la conclusión de que las mujeres más pobres son las mujeres que están en edad reproductiva. Así preveen que en el próximo año 2021 por cada 100 hombres pobres haya 118 mujeres pobres. En el año 2030 por cada 100 hombres pobres habrá 121 mujeres pobres. Detrás de esta tendencia a una mayor pobreza femenina está el efecto covid-19 y la violencia contra la mujer.
Como constata la ONU, la violencia contra la mujerse ha incrementado debido al confinamiento. En Túnez se han quintuplicado las llamadas de mujeres a líneas de ayuda. En Australia el ciberacoso se incrementó un 50%. El confinamiento ha encerrado a las mujeres maltratadas con sus maltratadores. Era de preveer este aumento de violencia machista.
También era previsible que las mujeres en general se vieran perjudicadas por el confinamiento con un incremento de las tareas del hogar. Aprovechando que estaban en casa todo el día, se han convertido en las sirvientas de toda la familia. Los hombres se han olvidado de hacer las tareas del hogar que les correponden.
No nos extrañemos que en un mundo en el que las mujeres seguimos ocupándonos y preocupándonos por los hijos y por los mayores dependientes ganemos menos que los hombres. Sólo podemos tener, la mayoría, trabajos precarios o trabajos en la economía sumergida que nos permiten compatibilizar con las cargas familiares. Las mujeres que trabajan en la economía sumergida se ven todavía más perjudicadas por la pandemia. El covid-19 es el responsable de que se hayan reducido en un 60% sus ingresos. También es el responsable de la pérdida de empleos en el sector doméstico. Un 72% de las trabajadoras del hogar perderán su empleo este año 2020.
Las mujeres autónomas ven como tras el covid-19 están perdiendo más empleo que los hombres autónomos. Un hecho que la ONU constata para Europa. En el resto del mundo la tendencia es la misma.
Para acabar de alarmarnos, cabe decir que son mayores los casos de contagio por covid-19 en mujeres sanitarias que en hombres sanitarios. No hay una explicación médica. Es cosa de la estadística. Se hacen números y es lo que sale.
En resumen, podemos decir que la pandemia del covid-19 empobrece a las mujeres. La tendencia de reducción de la pobreza femenina que habíamos visto durante los últimos años ha cambiado. Ahora aumenta la pobreza de mujeres y niñas tanto en los países del Tercer Mundo como en los del mundo desarrollado.
María Rey
Economista
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