Todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Es lo que dice la presunción de inocencia que Felipe González recuerda cuando los periodistas le preguntan por el hacer del Rey emérito con sus dineros en Suiza. También nos recuerda el otrora Presidente del Gobierno español que el comisario Villarejo es un policía corrupto y que Corinna Larsen es una "señora tal". Se entiende que son menos de fiar que don Juan Carlos.
Inocente o culpable don Juan Carlos está siendo condenado por su Pueblo. Los políticos locales gobernantes en sus ayuntamientos empiezan a sacar las placas de las calles que llevaban el nombre de padre del actual Rey de España. Sea o no sea cierto que hizo una cosa rara con los millones que le dieron los árabes de Arabia Saudí, el Rey Juan Carlos nos parece a todos culpable. ¿Era corrupción lo que hacía? Casi nos da igual. Lo que importa era que estaba ganando mucha pasta y la tenía en Suiza. Encima tenía una "señora tal" bien mantenida a golpe de talonario.
La presunción de inocencia que nos recuerda Felipe González no se practica mucho en España. Somos dados a emitir prejuicios. Esperar por la acción de la Justicia nos desespera. En España se le da prioridad al juicio moral, un juicio libre de leyes y sobrado de mala leche. Condenamos a la mujer del César porque nos parece ladrona. ¿Y si no lo es? Culpa suya. Debería parecer honrada y parece ladrona. Es lo que le ocurre al Rey Juan Carlos I: parece corrupto, parece golfo, parece mal rey. Y esa es su culpa. Por un lío de faldas ese hombre que fue en su día considerado un rey ejemplar ha pasado a ser un rey de opereta. Felipe González debió haberle dicho a tiempo que se dejara de "señoras tal".
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