Parece mentira, pero hay bulos que niegan la pandemia del covid-19. Hay gente que dice que los miles de muertos caudados por la pandemia se deben al miedo que le entró al personal cuando oyeron hablar del virus. Los mató el miedo. No estoy hablando de gente del montón, sino de especialistas en salud que no se atreven a dar sus nombres.
Los bulos corren como la pólvora. Unos niegan el covid-19 (el cantante Miguel Bosé está convencido de su inexistencia). Otros dicen que es un producto de laboratorio chino, un virus de diseño pensado para convertirlo en pandemia. Los hay que anuncian la vacuna para noviembre. Salen noticias de varias posibles vacunas a corto plazo. La mentira, podría decirse, vende. La verdad siempre fue aburrida.
¿Y si verdad y mentira tuvieran verosimilitud desde un punto de vista relativizador? Podría ser. Habrá afectados por el covid-19 que se vinieron abajo al saberse enfermos y verse rodeados por personal sanitario enfundado en plásticos y alejado de su familia y de sus amigos. Habrá algún laboratorio en China que, estudiando los virus, tuvieron un científico o científica con ganas de fastidiar a la Humanidad. Habrá científicos en el mundo mundial que acertarán con la ansiada vacuna igual que hay ganadores de la Primitiva que aciertan los seis números de la combinación ganadora.
Todo es relativo. O casi todo. La verdad puede ser la suma de medias verdades y medias mentiras. El resultado puede venir causado por motivos económicos y motivos irracionales. La racional Economía no lo explica todo. Ni siquiera explica del todo la existencia de bulos negacionistas del covid-19. Pero hay una verdad que no puede negar nadie: los muchos muertos que deja la pandemia.
María Rey
Economista
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